“Honrar, honra” José Martí.

Una vida pletórica, casi desconocida para las más jóvenes generaciones de cubanos, merece ser recordada este 4 de agosto, en el 168 aniversario del nacimiento de Claudio Josè Domingo Brindis de Salas y Garrido.
Dueño de una maestría sin par en la ejecución del violín y de una personalidad carismática y seductora, Brindis de Salas hizo vibrar al mundo musical de su época, considerándose referente obligado cuando se recuerde a los virtuosos del más pequeño de los instrumentos de cuerda de todos los tiempos.
Tras superar milagrosamente las barreras raciales que en su tiempo, eran prácticamente infranqueables para los hombres “de color”, Brindis supo triunfar rotundamente en los escenarios más exigentes de la época. Parìs, New York, Londres, Madrid, Turín, Florencia, hasta en la lejana Moscú de los zares rusos, ganó con su ejecutoria los elogios de especialistas y críticos de arte más exigentes, a través de las páginas de la prensa.
Como la mayoría de los artistas famosos, Brindis no estuvo ajeno a excesos como tampoco a recriminaciones racistas que, secreta o abiertamente, le persiguieron a lo largo de su existencia.
El proyecto de monumento a su memoria en la casa donde viera por vez primera vez la luz esta gloria de Cuba, sita en la calle Aguila No 822, municipio Habana Vieja, bien pudiera convertirse en homenaje perpetuo a Brindis, por la connotación cultural de esta acción y un espejo donde mirarse los futuros continuadores de su arte.

Msc Loreto Raùl Ramos Cárdenas
Especialista en Servicios Archivísticos

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