Situada en la costa sur del oriente cubano playa Daiquirí fue escenario del desembarco de tropas norteamericanas iniciado el 21 de junio de 1898. La fuerza estaba conformada por más de 10 mil hombres entre los que destacaban los generales Henry W. Lawton, J.C. Bates y Joseph Wheeler como aparte de la oficialidad norteamericana, a lo que se unió gran cantidad de armamento y municiones con artillería incluida.
Este acto había sido previamente coordinado con las fuerzas del Ejército Libertador en la región oriental encabezadas por el general Calixto García, que se había entrevistado con el general norteamericano William R. Shafter y el almirante William T. Sampson.
Desde fechas anteriores habían intentado las tropas norteamericanas desembarcar por otros territorios del país, en especial Matanzas y Cienfuegos, don
de fueron repelidas por la artillería española en tierra, en vista de lo cual iniciaron un bloqueo naval a la isla tras el arribo de la poderosa escuadra norteamericana encabezada por el almirante Sampson.
El alto mand
o militar norteamericano comprendió que resultaba ineludible acudir a las fuerzas cubanas en busca de colaboración, solo así se podría conseguir el propósito de desembarcar y conseguir avanzar por tierra para enfrentar al ejército español. Por tal motivo aceptaron la propuesta del General cubano Demetrio Castillo Duany, que fue finalmente el que se llevó a cabo: desembarco de las tropas norteamericanas por Daiquirí y Siboney con apoyo de las fuerzas mambisas y avanzar posteriormente hacia Santiago de Cuba.
El propio general norteamericano Joseph Wheeler reconocería después el apoyo dado por las fuerzas cubanas para garantizar el desembarco exitoso, y aunque probablemente las cifras que menciona son un tanto exageradas o por encima de la cantidad real existente de cubanos en el lugar, no deja de ser significativa su visión positiva sobre aquel hecho:
“Los insurrectos cubanos realizaron su parte en la empresa bien y con honor. Cinco mil de ellos, ocultos en los firmes de la montaña y en los oscuros matorrales de los barrancos, permanecieron toda la noche sobre sus armas, vigilando cuanto camino y sendero conduce de Santiago de Cuba a Guantánamo. Un millar se hallaba a la vista de Daiquirí, imposibilitando el acercamiento de los españoles al amparo de la oscuridad”.

 

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