Considerado uno de los hacendados más ricos de la región oriental Francisco Vicente Aguilera y Tamayo entregó toda su fortuna a la causa revolucionaria, gesto de desprendimiento que puede ser interpretado como su incondicional identificación con la libertad y la independencia de Cuba.
Nacido en Bayamo el 23 de junio de 1821, Aguilera tuvo la oportunidad de recibir una educación esmerada y a la muerte de su padre asumir los negocios familiares dado sus conocimientos en leyes. Desde muy joven abrazó las ideas anticoloniales y resultó líder natural de la conspiración que daría inicio el 10 de octubre de 1868 a la Guerra de los Diez Años.
Francisco Aguilera, Pancho para sus amigos y personas más allegadas, fue uno de los fundadores y dirigente del Comité Revolucionario de Bayamo, sin embargo en un gesto lleno de enorme altruismo, modestia y patriotismo, reconoció el liderazgo de Carlos Manuel de Céspedes, disponiéndose a seguirlo como un soldado más de la Revolución.
Meses después del inicio de la contienda fue ascendido por Céspedes al grado de Mayor General, Lugarteniente general de Oriente y vicepresidente de la República de Cuba en Armas, en uso de cuyo cargo salió del país en 1871 hacia Estados Unidos para tratar de unir a los emigrados y acelerar el envío de recursos para continuar la lucha.
El peregrinaje en los subsiguientes años por varias ciudades norteamericanas primero y europeas después sin obtener los resultados y recursos esperados, le permitieron a Francisco Aguilera comprender que muy poco podía esperarse de Estados Unidos y de una burguesía que hacia promesas de ayuda y en la práctica se debatía entre resquemores y división que limitaban la posibilidad de una ayuda efectiva.
De Europa regresa nuevamente a Nueva York y, aun cuando tuvo noticias de que ya no era el Agente General nombrado por Céspedes, no cesó en sus intensiones de llevar ayuda para Cuba organizando expediciones, en las cuales intentó el mismo enrolarse pero sin resultados efectivos.
Aquejado de cáncer de laringe falleció en aquella ciudad en febrero de 1877 el hombre que entregó sus riquezas a la independencia, sin haber podido cumplir su mayor anhelo: libertar a su Patria; ni su sueño de regresar a Cuba con una fuerte expedición. En 1910 sus restos mortales regresaron a Cuba y en 1958, el pueblo de Bayamo le consagró el complejo monumentario “Retablo de los Héroes”, donde descansan junto al de otros patriotas del Bayamo heroico.

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