El machete, primordial instrumento de trabajo, no solo en los campos de Cuba, sino en varias partes del mundo, fue durante las guerras por la Independencia nacional acontecidas en Cuba durante la segunda mitad del siglo XIX, importante arma de lucha de los soldados cubanos. Múltiples y variados fueron los modelos utilizados, a los cuales se añadió de manera casi genérica una “guarda” en el cabo para proteger la mano; sin embargo, en todos ellos primó un fin similar: arremeter y crear el pánico entre las filas españolas que huían despavoridamente cuando veían a los cubanos avanzar machete en mano en su contra.
Los orígenes del empleo de esta arma se remontan prácticamente a los mismos inicios de la Guerra de 1868 en el extremo más oriental de la Isla, cuando el 26 de octubre del propio año 1868, Máximo Gómez, por aquellos años un joven oficial dominicano asentado en la zona del Dátil, al frente de un escaso numero de hombres de infantería saltó al camino e incitó a sus seguidores a asaltar con el arma blanca a la columna española que arribaba al lugar en esos momentos.
No existen dudas de que el acto ejecutado por él y quienes le acompañaban, no respondió a un impulso. Provenía Gómez de las filas españolas en Santo Domingo, circunstancia que le proporcionó cierta experiencia militar, inmediatamente producirse su incorporación a las filas cubanas, a instancias del coronel José Joaquín Palma, se le concedieron los grados de sargento, asignándosele la misión de entrenar a los patriotas de la localidad donde se había asentado Gómez. Posteriormente Carlos Manuel de Céspedes lo designa a las órdenes directas de Donato Mármol en la zona de Jiguani, ascendiéndolo al grado de Mayor General.
El 24 de octubre de 1868, una fuerte columna española dirigida por el coronel español Demetrio Quiroz salió de Santiago de Cuba por el Camino Real en dirección a Bayamo. Con el propósito de impedir la llegada a ese lugar dispuso Céspedes que las fuerzas de Mármol se fortificaran en Jiguani e impidieran el avance de dicha columna. Después de estar varios días en Baire, Quiróz decidió avanzar sobre Bayamo, para lo cual envío una vanguardia integrada solo por doscientos hombres y confiado en que las tropas cubanas no estarían en condiciones de impedirle el avance o hacerle frente, no previo la colocación de una extrema vanguardia y exploradores, que le posibilitaran una alerta en caso de topar con las fuerzas cubanas.
Desde la madrugada de ese propio día Gómez había emboscado de manera escalonada treinta o cuarenta hombres de infantería a un kilometro de Baire por el propio Camino Real. Las órdenes dadas fueron muy precisas: la columna debía ser detenida a toda costa y ante la superioridad numérica del enemigo y que el armamento no aseguraba el aniquilamiento se emplearía el machete, arma con la que sí contaban todos los cubanos allí reunidos. Cerca del mediodía cuando la vanguardia se encontraba dentro del área de la emboscada, Gómez saltó al camino y ordeno cargar ¡ Al Machete!.
El enemigo, aterrado por la sorpresa y los efectos devastadores de la cortante arma, huyó aterrado, se le hicieron cerca de doscientas bajas y los pocos que lograron salir ilesos se retiraron a toda prisa hacia Baire.
Se iniciaba así una nueva faceta en la lucha de los cubanos por la independencia, en la cual el machete supliría en mas de una ocasión la desventaja ocasionada por la insuficiencia de armamento, convirtiéndose en arma esencial en múltiples acciones de guerra desarrolladas durante esos años.
Dra. Yolanda Díaz Martínez
Investigadora Titular
Archivo Nacional de la República de Cuba
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