El 8 de octubre de 1871 Ignacio Agramonte escenificaba una de las acciones más espectaculares y relevantes de la lucha iniciada por el pueblo cubano contra España: el rescate de Julio Sanguily.
Nacido en Camagüey, fue Agramonte uno de los generales más destacados del proceso emancipador cubano iniciado el 10 de octubre de 1868, a él se debió esa y otras muchas importantes acciones al frente de la destacada caballería camagüeyana.
Esta fuerza había cobrado, y continuaría cobrando, relevante importancia por su osadía e intrepidez. La misma con armónica conjunción de excelentes jinetes, certeros tiradores y hábiles macheteros fue muy superior a la de sus adversarios españoles en el campo de batalla en muchas ocasiones. Precisamente el rescate del brigadier Sanguily puso de relieve las habilidades de dicha fuerza y las dotes de mando de Agramonte.
El 7 de octubre de 1871, Agramonte y un grupo de jinetes, aproximadamente 70, se encontraban acampados en un potrero cercano a Puerto Príncipe, allí cogían ánimos después de varios días de continuas marchas y contramarchas por la región. Al día siguiente Julio Sanguily salió del campamento acompañado de dos ayudantes con la intención de dirigirse hasta el rancho de una familia campesina que habitaba en las cercanías.
Esta no era la primera visita, pues allí, con cierta frecuencia, le lavaban y preparaban sus ropas. Mientras aguardaba por su vestuario y el desayuno que le preparaban apareció de repente una patrulla española que recorría la zona. Una vez capturado fue llevado en condición de prisionero ante el comandante César Matos, jefe máximo de la tropa a la cual pertenecía la patrulla que lo había sorprendido. Los soldados españoles eran aproximadamente 120.
La audacia de uno de los acompañantes de Sanguily que logró escapar facilitó la información del apresamiento, al presentarse en el campamento mambí e informarle a Agramonte de lo sucedido.
Este movido por su amistad con el prisionero, de inmediato formó un reducido grupo de aproximadamente 35 jinetes, a cuya vanguardia fue puesto otro destacado valiente: el general Henry Reeve, el inglesito.
Las fuerzas cubanas de inmediato se lanzaron a galope tendido hacia el sitio donde se encontraba el adversario español con el prisionero. Divisado aquel, todos se nuclearon alrededor de Agramonte esperando sus ordenes.
Dada la indicación de atacar, los hombres avanzaron machete en mano trabándose una terrible lucha cuerpo a cuerpo. En medio de la confusión Sanguily logró escapar hasta llegar al lugar donde se encontraban sus coterráneos.
Logrado el propósito y en medio del júbilo por el éxito de la acción los cubanos se retiraron. Las fuerzas mambisas tuvieron una baja y un herido, mientras sus contrarios dejaron en el campo 11 cadáveres, 60 caballos y numerosos pertrechos.
Con aquella exitosa acción los cubanos se cubrieron de gloria, luchando como fieras, y dejaron evidenciado a España y el mundo que en aras de lograr la definitiva independencia nada los detendría.

MSc. Gerardo Cabrera Prieto
Investigador Auxiliar
Archivo Nacional de la República de Cuba.

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