Uno de los acontecimientos más trágicos que guarda la memoria del pueblo canario es el relacionado con la última travesía del vapor trasatlántico Valbanera. Considerada la mayor catástrofe de la marina mercante española, la historia nos revela, una vez más, un hecho en el que interactuaron, España, Cuba y los Estados Unidos de América. La noche del 9 de septiembre de 1919 y el estrecho de mar entre el litoral norte del La Habana y los cayos del sur de la Florida, fueron el momento y el escenario de la enigmática zozobra del buque.
El Valbanera fue construido y botado 1906, en los astilleros C. Connell and Co., de Glasgow, Escocia. Ese mismo año se le entregó a sus armadores, la empresa Pinillos, Izquierdo y Compañía. Lo bautizaron con ese nombre en honor a la Virgen “Valvanera”, venerada en La Rioja, y de gran devoción para los propietarios del buque. Pero por error en su rotulado, finalmente fue nombrado Valbanera.
A pesar ser considerado uno de los barcos favoritos de la familia Pinillos, éste no era una embarcación de lujo. Fue un vapor mixto de carga y pasaje, que se destinó al transporte trasatlántico de emigrantes entre España y América, principalmente Las Antillas.
Desde el punto de vista técnico, contaba con 121,90 metros de eslora, 14,60 de manga y 6,50 de calado. Dos máquinas alternativas de triple expansión Dunsmuir & Jackson, de 444 caballos de fuerza, montadas sobre dos ejes, conformaban su planta propulsora. Podía alcanzar doce nudos de velocidad máxima. Con un registro de 5.099 toneladas brutas y 12.500 de desplazamiento, además de la carga mercantil, podía transportar 1.200 pasajeros distribuidos en cuatro cases. Exteriormente, aunque no muy ostentoso, era de aspecto elegante, gracias a la espaciosa superestructura que conformaban la cámara de la primera clase y el puente de mando. Durante su vida útil se sometió a diversas reformas, luego de las cuales contó con nuevas estructuras, que entre otros beneficios, aumentaron su capacidad de pasaje.
El Valbanera después de su botadura, y por un período de 8 años, cubrió la línea regular entre el puerto de Barcelona, y los de Santiago de Cuba y La Habana. Hacía escalas intermedias en Málaga, Cádiz, Islas Canarias y Puerto Rico, para rendir viaje en las ciudades norteamericanas de Galveston y Nueva Orleans. Salvo por ligeras modificaciones en su itinerario, se mantuvo en esa ruta hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, tras lo cual fue reubicado en la línea de América Central.
Mientras duraron las confrontaciones, las empresas navieras españolas disfrutaron de la libertad de movimiento y el auge económico que les reportó la posición neutral que adoptó su gobierno. Sin embargo, en septiembre de 1915 el Valbanera fue detenido y conducido a Gibraltar por un barco militar británico, bajo sospecha de dedicarse al contrabando de pertrechos de guerra. Sus documentos fueron revisados y, sin más consecuencias, pudo retomar su navegación.
En el año 1918 un gran número de naciones se vieron afectadas por una pandemia de gripe, la cual tuvo un saldo de millones de víctimas mortales. En el ámbito naval, se reforzaron las inspecciones a las embarcaciones que trasportaban pasaje. Casi al finalizar ese año, el Valbanera fue requisado por el gobierno de su país para utilizarlo en la trasportación de trigo entre España y Argentina.
Un año más tarde, este buque y su línea naviera, se involucraron en hechos que determinaron el inicio de su fin. En el mes de julio de 1919, por iniciativa de los armadores, el Valbanera desembarcó desde La Habana con 400 pasajeros más de la capacidad máxima para la que estaba diseñado. La mayoría hizo el trasiego en la cubierta, y como resultado de las difíciles condiciones de este viaje y un contagio de gripe, murieron 30 personas. El escándalo y las denuncias resultantes fueron sumiendo a esta compañía en la debacle, a lo que se sumaba la anterior pérdida del pequeño buque Pío IX y el lujoso trasatlántico Príncipe de Asturias.
El capitán del Valbanera fue depuesto y en su lugar nombraron al joven Ramón Martín Cordero, de 34 años de edad e inexperiencia en la navegación por los mares del Caribe. Con el nuevo capitán al mando, el Valbanera emprendió su último viaje. El 10 de agosto zarpa de Barcelona con una carga de tejidos y sin pasajeros. Entre los días 13 y 21 del mismo mes, recorrió, para cargar pasaje y mercancías, los puertos de Málaga, Cádiz, Las Palmas, Tenerife y el de Santa Cruz de La Palma. En esta última escala perdió un ancla por accidente, lo cual consideraban los marinos de esa época como una señal de “mala suerte”. Así siguió hacia las Antillas, con 1.142 pasajeros y 88 tripulantes.
Diez días de navegación bastaron para llegar a San Juan, Puerto Rico, y zarpan nuevamente rumbo a Santiago de Cuba. A la oriental ciudad cubana llegan el día 5 de septiembre. En este puerto desembarcan 742 pasajeros, a pesar de que la mayoría tenían como destino La Habana. El desembarco masivo de personas en Santiago, que evitó que se lamentara un mayor número de víctimas fatales, pudo deberse a motivos laborales, religiosos o el deseo de continuar viaje en tren. En ese momento se pretextaron “presentimientos” del posterior hundimiento, y aún en la actualidad se considera un misterio.
Con 488 pasajeros a bordo, el Valbanera sigue su viaje hacia La Habana, no obstante haberse detectado un ciclón en las Antillas menores el 2 de septiembre, y emitirse la alerta en Cuba el día 7. La tormenta azotó el día 9 la costa noroccidental cubana y los cayos de la Florida. En esas condiciones llegó una embarcación a las inmediaciones de la Bahía de La Habana. Los vigías del Castillo del Morro divisaron sus señales luminosas en código morse, probablemente por la pérdida del equipo de telegrafía. El vapor pedía la asistencia de un práctico para acceder al puerto, pero éste estaba cerrado desde horas de la tarde. Entonces, los vigías habaneros emitieron señales de imposibilidad de salir el práctico, y el barco respondió que sortearía el temporal en altamar, alejándose lentamente rumbo al norte. Justo en esa dirección se encontró el Valbanera con el huracán “Cayos de Florida”, de categoría 4 y estimado como uno de los más mortíferos en la historia de los Estados Unidos.
Se supone que el naufragio del trasatlántico se produjo entre el 9 y el 10 de septiembre de 1919. El día 12 la naviera Pinillos, Izquierdo y Compañía no reconocía haber perdido el vapor, pero el rumor se había extendido. Ese mismo día, las estaciones radiográficas de Key West, La Habana y algunas embarcaciones, informaron recibir una comunicación supuestamente proveniente del Valbanera.
Los barcos de la flota de guerra cubana: Yara, Martí, Patria y Maceo, realizaron una búsqueda exhaustiva pero no tuvieron éxito. Hasta que el día 19, el cazasubmarinos de la Armada de los Estados Unidos USS SC-203 se dirigió al Bajo de Rebeca, y a unas 5 millas de distancia, en el Bajo de la Media Luna, encontró al Valbanera. El lugar del hallazgo se encuentra aproximadamente a 30 millas de Key West, al sur de la Florida.
En el sitio del desastre se divisó sobre la superficie del agua, “los pescantes de babor de la toldilla de popa y el mástil de popa”. El pecio se localizaba a 12 metros de profundidad yaciendo sobre su costado de estribor. Nunca se encontraron los cuerpos de los casi 500 pasajeros y las decenas de tripulantes. Su destino continúa formando parte de los enigmas que rodean el hecho, a pesar del tiempo transcurrido.

MSc. Iván Dalai Vázquez Maya
Investigador Agregado
Archivo Nacional de la República de Cuba

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