El 23 de agosto de 1906 murió asesinado el General de División José Quintino “Quintín” Bandera Betancourt, en la finca de Manuel Silveira, en Arrollo Arenas, La Habana. Este veterano general mambí, que participó en las tres guerras por la independencia de Cuba, se involucró en el verano de 1906 en la última de sus batallas y resultó una de sus principales víctimas. La traición y el racismo gravitaron en torno a su desaparición física.
Hijo de negros libres, nació en Santiago de Cuba el 30 de octubre de 1834. Su niñez se desarrolló entre el trabajo del campo, los hornos de carbón, y la discriminación racial que padeció. Sin contar con las mejores condiciones, desde joven se convirtió en patriota y luchador independentista. Su pensamiento político se fue fortaleciendo al interactuar con otros líderes en las numerosas batallas en que participó. Antonio Maceo, su compadre y amigo, ejerció una notable influencia en ese sentido.
Quintín Bandera se inició en la gesta independentista a poco tiempo de estallar la Guerra de los Diez Años. El 1ro de diciembre de 1868 formó parte de las fuerzas del Mayor General Donato Mármol, en Palma Soriano. Fue testigo, al mando de diferentes jefes, de combates como los de Tabacal, Sevilla, Madrugón, Rejondón, Samá, Loma de Guisa, Bueycito y Santa Rita, por solo citar algunos, que le permitieron ascender a los grados de cabo, alférez y teniente.
Pudo constatar la indisciplina y la falta de unidad que caracterizaron a las filas del Ejército Libertador en Las Villas, al ser trasladado en 1877 a esta región; regresando a Oriente a inicios de 1878, donde el orden y la efectividad de los combates eran evidentes. A pesar del desgaste, casi general, que experimentaron las huestes independentistas después de varios años de lucha, y la ocurrencia de sediciones como las de Lagunas de Varona (1875) y Santa Rita (1877), Quintín nunca se hizo cómplice de esas manifestaciones. Para él, el Pacto del Zanjón fue una traición a la independencia de Cuba y a la abolición de la esclavitud, por lo que participó resueltamente en la Protesta de Baraguá. Tras este acontecimiento el gobierno provisional electo en esa localidad oriental lo invistió con el grado de teniente coronel, como expresión de la confianza y el liderazgo que se había ganado. Al partir Maceo al exterior en busca de apoyo, cumplió cabalmente misiones orientadas por éste hasta el advenimiento de su capitulación en el pueblo de San Luis.
El 26 de agosto de 1879 se reincorporó en Santiago de Cuba a la Guerra Chiquita, pero fue apresado y deportado a una prisión en España. En ese difícil contexto se dedicó a alfabetizarse, hasta que en 1886 lo indultaron y regresó a su tierra natal. En 1890 se unió al proceso conspirativo de la Paz de Manganeso, liderado por Antonio Maceo. Participó en la organización y desarrollo de la Guerra Necesaria de 1895 en las inmediaciones de Santiago de Cuba, y formó parte de la brigada de Cambute.
Bajo las órdenes de Maceo, dirigió la infantería de la Columna Invasora que salió de Mangos de Baraguá el 22 de octubre de 1895. A pesar de acometer importantes misiones en cumplimiento de la orden dada por el Titán de Bronce, Quintín se involucró en situaciones que afectaron sus relaciones con éste y con Máximo Gómez. El 16 de marzo de 1896, otra incidencia provocó que Maceo lo destituyera al mando, sin embargo, continuó militarmente activo. En el mes de julio del mismo año, el propio Maceo lo nombra jefe de la 1ra. División del 4to. Cuerpo del Ejército, para que reforzara la dirección occidental mediante la reagrupación de efectivos en Las Villas. Con este fin, cruzó la Trocha de Júcaro a Morón el 23 de marzo de 1897. Se radicó en Trinidad, negándose a continuar hacia la región occidental hasta que se le proporcionaran pertrechos. Su inactividad fue considerada por Máximo Gómez como una violación, y lo destituyó y procesó jurídicamente en julio de 1897. Por este motivo, el General Bandera perdió sus derechos políticos y militares, aunque le permitieron mantener una escolta y ayudantes, junto a los que combatió hasta el final de la guerra. No obstante, por sus méritos, el 15 de febrero de 1899, se le reconoció su antigüedad como General de División. Aunque se le había reprendido por indisciplinas cometidas en medio del difícil proceso de las luchas contra el colonialismo español, ya había acumulado muchas victorias en el campo de batalla, al punto de convertirse en leyenda.
Quintín fue uno de los veteranos negros, de mayor rango militar, que sobrevivió la guerra, la primera intervención norteamericana y pudo presenciar la fundación de la República en 1902. De igual forma, se convirtió en inconforme y crítico de la situación existente a partir de entonces. Su lucha no cesó, se centró en oponerse a la discriminación racial, a la explotación contra los obreros, y en protestar contra la Enmienda Platt, el anexionismo y el establecimiento de la base de Guantánamo. Vivió los primeros años del siglo XX empobrecido junto a su esposa e hijos, llegando a ser humillado por el presidente Tomás Estrada Palma. En 1906 no vaciló en incorporarse una vez más a un movimiento insurreccional junto a otros veteranos independentistas. En esa oportunidad, se trató de la llamada Guerrita de Agosto organizada por los liberales contra la reelección del primer gobernante cubano. Con más de 70 años dio muestras de rebeldía y fidelidad a sus principios.
Participó en el asalto del tren Habana-Guanajay y en las requisas de armas y víveres efectuadas en las zonas de El Cano, Wajay y Arroyo Arenas. Después de tomar Arrollo Arenas, acampó cerca de la Laguna de Ariguanabo, dirigiéndose posteriormente a la finca de Silveira. Desde este sitio envió una carta al presidente Estrada Palma para solicitar un salvoconducto, al considerar fracasada esta confrontación. Sin embargo, Quintín fue traicionado y lo asesinó un pelotón de la Guardia Rural, al mando del capitán Ignacio Delgado. El ultraje continuó después de su muerte, fue expuesto al público inescrupulosamente y se prohibieron actos que horaran su memoria. Los restos de Quintín Bandera fueron sepultados y localizados oportunamente gracias a la intervención del padre Felipe Augusto Caballero, capellán del Cementerio de Colón, quien le informó a la viuda del patriota el lugar exacto de su ubicación.
El Archivo Nacional de la República de Cuba conserva documentos y fotografías del General de División Quintín Bandera. Entre ellos, podemos citar una carta perteneciente a la Colección de Documentos Adquiridos por el Archivo Nacional. Misiva que remitió el 31 de mayo de 1902, a Generoso Campos Marquetti, en la que lo exhortó a mantener su posición en defensa de los derechos de los negros. En la Colección de Donativos y Remisiones, se conservan fotografías de los cadáveres del General Bandera y sus ayudantes, asesinados en la Guerrita de Agosto de 1906. Por su parte, la Fototeca posee una foto de busto del patriota, como parte de una galería de “cubanos ilustres”; y otra del monumento que se le erigió en el Parque Trillo, del barrio de Cayo Hueso, en el municipio Centro Habana.
MSc. Iván Dalai Vázquez Maya
Investigador Agregado
Archivo Nacional de la República de Cuba
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